LA TECNOLOGÍA EN LAS AULAS
La tecnología de la educación es la suma total de las actividades que hacen que la persona modifique sus ambientes externos (materiales) o internos (de comportamiento). Una aplicación sistemática de los recursos del conocimiento científico del proceso que necesita cada individuo para adquirir y utilizar los conocimientos.
Los alumnos necesitan para su futuro profesional de la utilización de los medios tecnológicos, ya que varían enormemente en su habilidad de percepción y aprendizaje; por lo tanto, en los requerimientos didácticos individuales. Algunos aprenden fácil y rápidamente a través de informaciones orales o impresas y con un mínimo de experiencias más directas. La mayoría requiere experiencias más concretas que incluyan los medios audiovisuales.
Los profesores, utilizando las nuevas tecnologías, pueden liberarse para realizar trabajos de orientación. Los nuevos patrones didácticos en los que se tiene en cuenta las nuevas tecnologías y los medios de comunicación para mejorar el aprendizaje suponen nuevas funciones de los profesores. No es el profesor el que debe proporcionar toda la información, ya que esta se puede presentarse más eficazmente por los medios apropiados, ya sea para proporcionarla a grandes grupos o para que cada alumno la amplíe por sí mismo en forma individual o para ser usada en un pequeño grupo de discusión. Los profesores ya como individuos, ya como equipos se encuentran liberados de trabajos rutinarios y pueden hacer el trabajo verdaderamente profesional y creativo, la orientación de los alumnos que hasta ahora se había descuidado. Este trabajo de orientación y guía supone: amplia participación en la planificación y producción de materiales audiovisuales para adecuarlos a las necesidades de los grupos o de los individuos a que van destinados.
El uso de la tecnología para mejorar la comunicación obliga a cambiar los métodos rutinarios por otros más ágiles para alcanzar las metas educativas. La gran resistencia del personal docente a estos cambios se debe a que, el romper con la rutina perturba una situación habitual. También, inexactamente se cree que los nuevos medios deshumanizan la enseñanza, desplazan a los profesores y que la educación en consecuencia se hará autómata sin la calidad humana que le da la comunicación entre profesor y alumno.
Los medios que deberán usarse en «el diseño» son los que requieran los objetivos, el contenido y los métodos. Los medios no son suplementarios a la enseñanza, ni su soporte: son el estímulo mismo. A la luz de este concepto no puede aceptarse la concepción obsoleta de los medios como auxiliares, ayudas. Debe pues determinarse cuáles medios, cómo y cuándo van a proporcionar las experiencias más efectivas y eficaces para los alumnos.
Nuestras tierras guatemaltecas como país, con sus habitantes, su forma de vestir, sus regiones, costumbres y tradiciones, su cultura, su etnia y pluriculturalidad, es de gran relevancia ante el mundo. Nosotros como ciudadanos de ella, debemos de respetarla, cuidarla y quererla. "QUE VIVA LA CUIDAD DE LA ETERNA PRIMAVERA"
viernes, 16 de mayo de 2014
EL SISTEMA EDUCATIVO EN GUATEMALA
LA CULTURA Y EL ARTE PARA UNA REFORMA EDUCATIVA EN GUATEMALA
Se ha dicho siempre que Guatemala es una nación pletórica de riquezas
culturales y artísticas. Hablamos de un país que en su devenir ha producido
creaciones y engendros de la más variada índole cultural, en tanto
antropológicamente entendamos que cultura es todo lo que los seres humanos
hacemos en cuanto se refiera desde el cumplimiento de las más perentorias
necesidades hasta los más sublimes productos del espíritu, estos últimos,
circunscritos en el ámbito del arte y las religiones.
Anteriormente, como resultado y resabio de la antigua Edad Media
europea, durante los tiempos coloniales americanos, se afirmaba en general que,
la cultura era la suma de conocimientos que las personas o ciertos grupos de
individuos privilegiados lograban obtener a través del estudio académico en las
escuelas, academias e incipientes universidades. Que ésta era la herencia de
los más conspicuos sabios de la antigüedad a la que solo los iniciados y los
elegidos por ellos podían acceder. De hecho, la mencionada Edad Media se caracterizaba
por sobrevalorar las enseñanzas de los grandes maestros, cuyos discípulos, los
más capaces de comprender sus enseñanzas y de seguirlas, se convertían también
en maestros y así se formaban las cadenas horizontales y verticales, de sabios
que dominaron el conocimiento cuasi universal de esas épocas.
A su vez, el arte, la más conspicua y sublime expresión del pensamiento
y del espíritu humanos, se había comprendido como una producción inspirada por
seres superiores a la naturaleza conocida que se reflejaban en el espacio
dimensional de los objetos en sus movimientos y en sus superficies de variadas
índoles susceptibles a los sentidos del soma humano.
Por razones de índoles sociales, económicas y políticas de hegemonía por
grupos con poder económico y bélico, los individuos con características de
sabios y artistas, casi siempre pertenecieron a las sociedades dominantes en la
antigüedad y su pensamiento y discurso fue oído y aprovechado por los
gobernantes y las clases en el poder para estos fines hegemónicos. De ahí que
en nuestros países mesoamericanos, por sus caracteres de colonizados, la
cultura y el arte estuvieron siempre en las manos de quienes ostentaban y
usurpaban el poder económico y político.
Nadie, sin embargo, porque a nadie le interesaba, se daba cuenta de que
también en las manos de los pueblos sojuzgados de la historia antigua, medieval
y moderna, se producían manifestaciones artísticas y culturales, que poseyeron
y poseen, las originarias características de la sapiencia y del conocimiento de
los juegos y equilibrios estéticos que la condición humana prescribe de acuerdo
con las épocas, el desarrollo social y la reflexión filosófica de la
existencia.
De ahí que desde los tiempos coloniales, se nos enseñó siempre que
“cultos” y “artistas” eran únicamente aquellas personas que habían tenido
acceso a la educación oficial y que por lo tanto eran capaces de generar
productos estéticos y cognoscitivos que la condición humana de la sobrevivencia
y del pensamiento desarrollaban. El resto de la sociedad, desprovisto de esos
privilegios, era “inculto” y, por lo tanto, de condición social e intelectual
“inferior”. En el caso del arte, existían entonces las “artes mayores” como la
pintura, la danza, la literatura, la música, el teatro y la arquitectura. Mientras
las “artes menores” eran las artesanías y todos los productos “dudosamente”
estéticos de los estratos populares de las sociedades, entre ellos también
algunos oficios y, por supuesto, las primeras mencionadas, aunque tratadas como
inferiores.
Sin duda, esa era una apreciación clasista del arte y la cultura que aun
hoy no se ha desterrado de ciertos
ambientes académicos de nuestras sociedades centroamericanas.
La antropología, en su desarrollo como disciplina científica en el
análisis dialéctico de las realidades regionales y nacionales, vino a descubrir
y a enseñarnos que dicha apreciación no tenía fundamento científico alguno. Que
si se había hecho esa distinción, lo había sido siguiendo directrices de
hegemonía clasista de la dominación medieval y colonial y, que las producciones
estéticas y culturales deben tratarse con el mismo valor como tales en todas
las culturas de la tierra, extinguidas, existentes y por desaparecer o en
transformación.
No obstante, el desarrollo de la cultura y el arte en aquellas
condiciones anteriores permitió de todos modos su significativo avance, de tan
singular importancia que trascendió límites insospechados y ambos aspectos se
convirtieron en líneas directrices del pensamiento y de la acción en tanto
representaron visiones y formas de reflexión epocales, regionales y
universales, en cuanto se puede decir que sin la producción estética y del
conocimiento científico hasta ahora acumulados por la humanidad, muy poco
habríamos avanzado en el devenir histórico para entender quiénes somos y qué
estamos haciendo aquí en este punto equidistante del universo. Asunto este que
todavía atribula a gran parte de los humanos.
Durante el siglo XX, hubo una época en Guatemala que permitió el
desarrollo artístico y cultural, entendido bajo las premisas tradicionales ya
mencionadas, y que lo impulsó a tal grado como nunca antes se había visto en el
antiguo Reino de Guatemala, en este momento floreciente república
independiente. Entre 1944 y 1954, Guatemala, por fin, se había despojado de
dictaduras ominosas y se lanzaba a una era de progreso en todos sus órdenes.
Los únicos dos gobiernos de la Republica del 44, el del Dr.Juan José Arévalo y
del Coronel Jacobo Arbenz Guzmán le abrieron las puertas a las humanidades, a
la autonomía de la Universidad de San Carlos, mejoraron las condiciones de los
obreros y entregaron tierra a los campesinos.
Los intelectuales tuvieron oportunidades de avanzar en sus conocimientos
científicos y académicos y muchos de ellos, humanistas y artistas, salieron a prepararse
al extranjero con becas y ventajas como diplomáticos representantes. Empezaron
a surgir las instituciones artístico-culturales que tanta gloria le dieron a
Guatemala dentro y fuera del país, entre las más importantes el Ballet
Guatemala, la Orquesta Sinfónica Nacional, distintos grupos de Teatro, artistas
plásticos que luego regresaron a impartir los conocimientos adquiridos y
escritores en embajadas de países importantes y
amigos. Se fortalecieron La Escuela Nacional de Artes Plásticas, el
Conservatorio Nacional de Música y nació la Universidad Popular para la
enseñanza artística del teatro y la
plástica en los niveles populares.
Ante la necesidad de conocer el país en su interior, hasta ese momento
conocimiento vedado a los propios guatemaltecos, se creó el Instituto
Indigenista Nacional que tanto trabajo etnográfico realizó y al que las
autoridades de los últimos quince años no reconocieron en su dimensión
histórica para hacerlo morir de inanición. Aquella fue una década de esplendor
democrático que perfilaba un país a la vanguardia en los órdenes políticos,
económicos, culturales y artísticos.
Pero la ignominia de la guerra fría post Segunda Guerra Mundial, la
intransigencia de las clases dominantes y la tradición del Ejército Nacional,
apoyados y financiados por la Agencia Central de Inteligencia y el Departamento
de Estado norteamericanos, dieron al traste con tan promisorio despunte de
democracia y mi país, Guatemala, entró, a partir de 1954,por la puerta negra
hacia el desprestigio, el atraso, la dependencia y la crisis social y política
que la han llevado al caos pantanoso en donde ahora se encuentra.
Sin embargo, pese a todo, pese a que el Ministerio de Educación del
Gobierno guatemalteco fue transformado desde 1955 para conducir la Educación
por los senderos de la dependencia y la enajenación proclive a la cultura
euronorteamericana; pese a que el arte y la cultura pasaron a ser entes de
tercer orden en los intereses del Estado muy por debajo del anticomunismo y el
cristianismo católico, constituidos en sus banderas ideológicas, la producción
artística y cultural de los guatemaltecos de los años subsiguientes todavía
produjo lo mejor del siglo XX para sucumbir también ya en los años setenta en
el marasmo de la inanición productiva y en la repetición de los esquemas
propuestos por los intelectuales y artistas de las décadas anteriores.
Las causas han sido muchas, entre variadas y específicas. Los avatares y
circunstancias del conflicto armado interno que desde 1960 se presenta en el
país es una de ellas. Esto produjo una represión salvaje, bárbara e inhumana
contra todos los sectores democráticos y desposeídos de la nación. Otra es la
interpretación norteamericana en muchos órdenes de la vida social y política
del país influenciado a favor de sus intereses de dominación política,
económica e intelectual, la vida cotidiana de los guatemaltecos.
En este sentido, el Ministerio de Educación creó la Dirección General de
Educación Estética, el Instituto Guatemalteco de Turismo y otras instancias,
con el fin de reforzar la exploración de las virtudes artísticas y culturales
del potencial intelectivo de la nación y, de nuevo, aquellas concepciones
clasistas y tradicionales del arte y la cultura que antes tratamos, adquirieron
mayor fuerza en la conciencia de la población, no obstante la indiferencia ante
la producción artística por parte de las clases dominantes y el Estado, que
fueron siempre y seguirán siendo proverbiales.
De nuevo se introdujo esa concepción clasista del arte en los niveles
educativos del sistema nacional agregando a ello la negación casi absoluta de
los valores nacionales en pro de la cultura universal delineada por la
ideología capitalista de entonces. Se aceptaron únicamente aquellos que no
atentaran contra la moralidad tradicional y que fueran inofensivos al sistema
dominante.
Esto quiere decir que debido a que era en el sector social de los
intelectuales y artistas donde se reflejaba el sentir de la población
guatemalteca y de su historia mediata e inmediata, sus productos artísticos e
intelectuales fueron rechazados, despreciados e ignorados, así como sus autores
perseguidos.
Era el furor de la guerra fría y del más abyecto anticomunismo.
Significó también que, en consecuencia, desde 1960 se empezó a retirar
todo vestigio de producción artística que según los funcionarios de gobierno
tuviera ribetes de revolucionario, de los programas curriculares del Ministerio
de Educación y del sistema educativo nacional.
Como resultado, devinieron generaciones de estudiantes alejados del
conocimiento de los valores culturales y artísticos de su propia patria y
proclives a los valores importados del extranjero, es decir, de México, Estados
Unidos y Europa.
Así, llegamos los guatemaltecos en los años noventa, a observar con
asombro cómo la generación de jóvenes de treinta años para abajo, descubría que
el país es multicultural, multilingüe y multiétnico, como siempre lo había
sido. Una verdad insoslayable que la historia oficial y los programas de
educación siempre habían negado y ocultado en la Educación. A eso se debe
también el gran conflicto de incomprensión idiomática que enfrenta a mayas y
mestizos, donde por la fuerza de la imposición del idioma castellano como
oficial y obligatorio y el desconocimiento premeditado y craso de la dicción en
idiomas mayances por el mestizo y la cultura y educación oficiales, divide y
subdivide a la nación en distintos y diferenciados grupos humanos que conviven
en un solo territorio, juntos pero no revueltos.
Reformas educativas ha habido varias en Guatemala en distintas épocas.
Es decir, en distintos gobiernos. Han sido cosméticas y revalorizadoras de los
mismos contenidos. Desde 1992 ha habido una mejor organización de los
planteamientos de los mayas por cuanto se adquirió mejor conciencia para
reivindicar los idiomas y las distintas culturas aunque las propuestas hayan
llegado de distintos sectores de los mismos mayas. Desde 1996, existe un
documento que reivindica, defiende, protege y aboga, aunque todavía falta mucho
reclamo en estos sentidos, que se llaman Acuerdos de Paz Firme y Duradera. Sin
embargo, aun falta llevarlos a la práctica adecuadamente.
Nuevamente, ahora, los mismos sectores recalcitrantes de antaño, ahora
con generaciones devenidas en adultas, impiden el desarrollo normal de una
nación respetuosa y defensora de los valores multiculturales y multilingües de
sus habitantes.
Una verdadera reforma educativa debe tomar muy en cuenta lo pactado en
estos acuerdos sobre todo en lo que se refiere al Acuerdo sobre los Derechos
Indígenas plasmado en los momentos del diálogo pro paz impulsado por gobierno y
guerrilla y que culminara el 29 de diciembre de 1996.
En este mismo sentido, se ha producido una nueva concepción teórica y
metodológica tendiente a resolver el conflicto racista, machista y
discriminatorio que padece la sociedad guatemalteca de siempre y que se refleja
en sus programas curriculares. Este es el de la interculturalidad, entendida
ésta como la mutua y respetuosa aceptación de los valores del otro en las
relaciones socioculturales de los guatemaltecos mayas, mestizos, garinagu y de
descendencia extranjera contemporánea. La interculturalidad exige que los
interlocutores culturales guatemaltecos se reconozcan mutuamente, se respeten y
acepten sin prejuicios ancestrales y atávicos, pero en sí misma, la
interculturalidad corre riesgos de inefectividad cuando se trata de resolver
las fronteras lingüísticas. El sistema educativo nacional no está muy preparado
para ello y como una verdadera reforma educativa ha de exigir se cumpla con los
postulados de la interculturalidad, esto entorpece en cierta forma su
formulación, si es que al estructurarla no cuenta con personal maya multilingüe
y profesionalizado en los procesos curriculares.
Por lo tanto, si en una nueva y verdadera reforma educativa en Guatemala
se toman en cuenta el cumplimiento de los postulados de los Acuerdos de Paz
firmados en 1996, sobre todo en lo que se refiere a los derechos indígenas, la
pluriculturalidad del país y su múltiple faceta lingüística, así como los
procesos de una interculturalidad aceptada en forma decidida, estaremos
entonces realizando una verdadera transformación del sistema educativo nacional
y será hasta entonces que las concepciones tradicionales y clasistas de arte y
cultura no se verán transformadas en un marco democrático. Y si se las incluye
como una forma más en el proceso de enseñanza en las guías curriculares desde
la infancia hasta los estudios universitarios como así debe ser, no cabe la
menor duda de que el ciudadano guatemalteco del siglo XXI tendrá mejores
opciones para el mejoramiento de su vida y la vida nacional podrá ser más
llevadera. La patria, finalmente, proseguirá su camino por derroteros más
definidos en donde el bien común, general y mutuamente aceptado, sea la meta de
una nación próspera, desprejuiciada, dinámica y optimista ante el futuro.
En virtud de lo anterior, la cultura consistirá entonces en el
conocimiento de todos los procesos histérico-sociales en general de los grupos
culturales habidos en el país, elevados éstos a una nueva historia oficial,
contenedora de todas las historias y no solo de las de los sectores
hegemónicos. Esto implica que todo aquello que hasta ahora se ha catalogado
como “Folklore” que son las culturas populares y tradicionales, adquirirán
ahora su nivel en el que siempre debieron haber estado, el de conformar las
culturas guatemaltecas, simplemente porque estarán expuestas en los programas y
guías curriculares de todo el sistema educativo nacional.
El arte producido en todos los sectores sociales será por fin reivindicado
y al ser reconocido en todos los programas de estudio y sus guías curriculares,
como una forma intercultural de expresión intelectual de los guatemaltecos,
puede decirse que tendrá que producirse un resurgimiento artístico que ya no
será privilegio de pocos, sino de aquellos muchos, los interesados en
expresarse de esta manera, más todo un pueblo que sabrá disfrutar con
conocimiento de la producción artística en todos sus aspectos.
Lo anterior riñe, todavía, con las anquilosadas concepciones de los
funcionarios de los partidos de turno en el poder, serviles de los intereses
capitalistas, ahora neoliberales y globalizadores, así como proclives a su
enriquecimiento ilícito e impune. Atenta contra una educación establecida para
adormecer y para desviar la atención de los educandos hacia esferas fuera de su
realidad. Pero la verdad es que creemos que no existe otra y mejor forma para
salir del atraso en que se nos sumergió a los guatemaltecos desde la
intervención yanqui del 54 (la que luego llevara el irónico nombre de “Alianza
para el Progreso”) que establecer en una nueva reforma educativa nacional, la
visión antropológica de una educación pluri e intercultural, multilingüe y, por
lo tanto, con énfasis en procesos educativos locales y regionales propios. Es
decir con esto que la descentralización educativa es un elemento indispensable
para llevarla a cabo como fortalecimiento de las identidades locales,
nacionales y regionales.
Las condiciones naturales y socioculturales del país así lo exigieron
siempre y así lo exigen ahora más que nunc
Multiculturalidad y exclusión social
Es urgente romper con el esquema tradicional
Guatemala es un país que se desborda en riquezas naturales y en conservadas tradiciones y costumbres prehispánicas, contamos con un vasto patrimonio cultural, invaluable para quienes están dispuestos a pagar para conservarlo. Con 22 etnias mayas indígenas, una etnia xinca, una garífuna afrodescendiente y una mestiza ladina dominante, la cual se auto identifica como la negación de lo indígena, Guatemala se extiende como un país en donde la diversidad cultural pareciera ser su más grande fortaleza; sin embargo, esta se transforma en el principal obstáculo para superar los problemas estructurales del país, sobre todo cuando hablamos de pobreza y exclusión social.
Según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida de 2006, vivimos en un país donde más del 70 por ciento de la población indígena se encuentra en situación de pobreza, población indígena de las más grandes en toda América Latina. La realidad de precariedad guatemalteca se acentúa cuando los contextos culturales se diferencian de la cultura dominante. Esta cultura minoritaria, controla actualmente los medios de producción y comercialización, maneja uno de los 25 idiomas del país y estructura con base en el español todo el sistema político, económico y educativo del país. La realidad de diversidad cultural guatemalteca es una realidad de desigualdad y exclusión, en donde los costos que nos acarrea el excluir a más de la mitad de la población en pobreza, son abrumadores.
La experiencia que Un Techo para mi País ha acumulado en las comunidades rurales indígenas nos permite afirmar que cuando la realidad de pobreza encuentra su lugar en comunidades indígenas, esta toma una cara de mayor exclusión, de mayor marginalidad y de omisión violenta. Los indicadores de desnutrición, analfabetismo, acceso a educación y a servicios básicos se disparan de manera alarmante a medida que intervenimos en comunidades culturalmente más lejanas a la realidad ladina. Un Techo para mi País apuesta por la revolucionaria idea de poner dos mundos culturalmente distintos, el universitario y el de las familias en situación de pobreza, a trabajar de forma conjunta en la construcción de una vivienda, igual de carente que la educación infantil e igual de insuficiente que la alimentación básica. La vivienda como símbolo de denuncia constante, les brinda una solución temporal a las familias en condición de pobreza, temporalidad que les permite a los voluntarios universitarios y a sus conciencias iniciar el trabajo junto a los más excluidos del país.
Si seguimos pensando en un país como una comunidad culturalmente homogénea, si seguimos pensando en planes de gobierno, en políticas públicas y en prácticas ciudadanas que ignoran la multiculturalidad de opiniones, de necesidades y de responsabilidades, si seguimos diseñando y reproduciendo un sistema que ve de forma estricta el desarrollo como una sola línea, si seguimos ignorando la realidad de millones de familias que sumada a su condición de pobreza extrema tienen por cotidianidad una realidad de exclusión por su diferencias culturales y si seguimos siendo irresponsablemente indiferentes, no vamos a poder dar los pasos adecuados en el camino que nos corresponde recorrer como país culturalmente diverso. Debemos atrevernos, desde el trabajo conjunto con los más pobres y con los más excluidos del país, a generar propuestas de desarrollo y de avance acorde a las necesidades más urgentes. Se hace hoy urgente romper con el esquema tradicional de nuestra realidad ladina, realidad que con vergüenza niega ser lo que ante el mundo le da a Guatemala su carácter único.
martes, 6 de mayo de 2014
Guatemala, Multiétnica y Plurilingüe
Guatemala, Multiétnica y Plurilingüe
Guatemala es un país pluricutural porque en él coexisten diversas culturas o pueblos. En los acuerdos de paz se reconoce la existencia de cuatro pueblos o culturas: el ladino, el maya, el xinca y el garifuna.
Guatemala también es un país multietnico, dado que en el territorio nacional conviven diversos grupos etnolinguisticos; de igual manera, el país es plurilingue, ya que en el se hablan 25 idiomas.
Lenguas de la Cultura Guatemalteca
K’iche’
Idioma hablado en seis departamentos: en cinco municipios de Sololá, Totonicapán, Quetzaltenango, El Quiché, Suchitepéquez y Retalhuleu. Es hablado por el 11.31% de la población.
Q’eqchi’
Se habla en Alta Verapaz, El Petén, Izabal y en El Quiché. Es hablado por el 7.58% de la población.
Kaqchiquel
Se habla en seis departamentos: En Guatemala, Chimaltenango, en Escuintla, Suchitepéquez, Baja Verapaz y Sololá. Es hablado por el 7.41% de la población
Mam
Se habla en tres departamentos: Quetzaltenango, en el departamento de San Marcos y Huehuetenango, por el 5.49% de la población del país.
Poqomchi
En Baja Verapaz y en Alta Verapaz. Es hablado por el 1.02% de la población.
Tz’utujil
Se habla en los departamentos de Sololá y Suchitepéquez. Es hablado únicamente por el 0.7% de la población.
Achí
Es hablado en cinco municipios del departamento de Baja Verapaz. Es hablado únicamente por el 0.94% de la población.
Q’anjob’al
Se habla en 4 municipios del departamento de Huehuetenango, por el 1.42% de la población del país.
Ixil
Hablado en 3 municipios del departamento de El Quiché, también conocido como el Triángulo Ixil: Santa María Nebaj, San Gaspar Chajul, San Juan Cotzal, es hablado por el 0.85% de la población del país.
Akateko
Es hablado en dos municipios del departamento de Huehuetenango: San Miguel Acatán y San Rafael La Independencia, por el 0.35% de la población del país.
Popti (Jakalteko)
Se habla en el departamento de Huehuetenango, , por el 0.42% de la población del país.
Chuj
Se habla en tres municipios del departamento de Huehuetenango, por el 0.57% de la población del país.
Poqomam
En Guatemala, En el departamento de Jalapa y en el departamento deEscuintla. Es hablado únicamente por el 0.37% de la población.
Ch’orti’ Se habla en 2 municipios del departamento de Chiquimula (Jocotán yCamotán). Se habla también en una parte del municipio de La Unión enZacapa, por el 0.42% de la población del país.
Awakateco Se habla principalmente en el municipio de Aguacatán en el departamento de Huehuetenango, por el 0.10% de la población del país Sakapulteko Se habla en el municipio de Sacapulas en El Quiché. Es hablado únicamente por el 0.09% de la población.
Sipakapense
Se habla únicamente en el municipio de Sipacapa en el departamento de San Marcos.
Garífuna
Aunque no es un lenguaje del tronco maya, este idioma, propio de los habitantes de Izabal, es uno de los idiomas que se sembraron en tierras guatemaltecas, luego de que los españoles trajeran esclavos negros de otros lugares. Es hablado por el 0.04% de la población del país.
Uspanteko
Es hablado en los municipios de Uspantán y Chicamán en el departamento de El Quiché. Es hablado únicamente por el 0.07% de la población.
Tektiteko Es hablado en el municipio de Tectitán en el departamento de Huehuetenango, por el 0.02% de la población del país.
Mopan
Se habla en el departamento de El Petén, por el 0.03% de la población del país.
Xinca
Es una lengua no emparentadas con las lenguas mayas cuyo origen es dudoso. Algunas hipótesis sugiereon que pueden haber llegado desde el sur. El xinca es hablado por unas doscientas personas en los departamentos deSanta Rosa y Jutiapa y actualmente es una lengua amenazada en peligro de extinguirse, hablada por el 0.14% de la población del país
Itza
Es hablado en 6 municipios del departamento de El Petén, por el 0.02% de la población del país Español Aunque el español es el idioma oficial, no es hablado por toda la población o es utilizado como segunda lengua, debido a que existen veintiún lenguas mayas distintas.
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